30 abril 2009

LAS GUERRAS MÉDICAS: Las guerras que cambiaron el rumbo de la Historia.



Ciro el Grande, fundador de la dinastía aqueménida, empezó, a mediados del s. VI a.C., la invasión del Próximo Oriente, y conquistó las ciudades jonias de Asia Menor, pasando éstas a ser tributarias del imperio persa. El mundo griego se sintió amenazado, por primera vez, por el expansionismo persa. Los ataques persas dieron lugar a las llamadas guerras médicas, por los medos, el primer pueblo iranio que entró en contacto con los griegos, y que después sería sustituido por los persas, otro pueblo iranio.

En el 499 a.C. se produce una revuelta de las ciudades jonias contra el dominio persa, liderada por la ciudad de Mileto que recibe ayudas de Atenas y Eretria. Los persas reaccionan y en 494 a.C. Darío I conquista las ciudades rebeldes, toma Mileto, que es arrasada, y sus habitantes deportados a las orillas del río Tigris. Atenas y Eretria ayudaron a los griegos del otro lado del Egeo, pero ni la ayuda fue suficiente ni pudieron mantenerla hasta el final del conflicto.

Esto fue motivo para que Darío se interesara, en su afán de conquista, por las polis griegas. Las hostilidades comenzaron en 490 a.C. cuando una gran flota persa, al mando de Datis y Artafernes se dedicó a la conquista de buena parte de las islas del Egeo, esclavizando a sus habitantes. Eretria, en la isla de Eubea, fue arrasada y sus habitantes esclavizados y deportados a la región de Susa, en pleno corazón del imperio persa.

Las naves persas fondearon en la bahía de Maratón, donde acudió el grueso del ejército ateniense para impedir que los enemigos marcharan hacia Atenas, su objetivo. Contra todo pronóstico, el 13 de septiembre de 490 a.C., el ejército ateniense, comandado por Milcíades, derrotó a la poderosa máquina de guerra persa. Heródoto cuenta que sólo 192 hoplitas murieron en el combate frente a los 6.400 muertos del bando persa. Éstos decidieron, entonces, dirigirse hacia Atenas, pero allí, en Falerón, les esperaban los atenienses formados en perfecto orden de combate, lo que les obligó a desistir en el empeño y poner rumbo a Asia. Acabó así la batalla de Maratón (Μάχη τοu Μαραθwνος). Al finalizar la batalla, y sabiendo del ataque de la flota persa a la ciudad, Milcíades decide enviar a su soldado más veloz, el corredor Filípides, con órdenes de anunciar la victoria de Atenas en Maratón sobre el ejército persa. La leyenda nos cuenta que Filípides recorrió el camino desde el campo de Maratón hasta Atenas, recorriendo alrededor de 42.000 metros, al llegar a la ciudad anunció ¡Hemos Vencido! y, sin más fuerza, cayó muerto En su memoria se celebra la prueba de la maratón en los Juegos Olímpicos modernos.

BATALLA DE MARATÓN

DATOS

Fecha septiembre 490 a.C.

Lugar Maratón, Grecia

Resultado victoria griega

Beligerantes

Atenas

Imperio persa

Comandantes

Temístocles

Milcíades

Calímaco

Datis

Artafernes

Combatientes

10.000 atenienses

1.000 platenses

20.000 persas

600 trirremes

Bajas

192 atenienses muertos

11 platenses muertos

6.400 persas muertos

7 barcos capturados

Fuente: Heródoto




Este revés obligó a Darío a replantearse toda la estrategia. ¿Cómo era posible que las polis griegas, enfrentadas entre si permanentemente, hubieran sido capaces de derrotar al poderoso ejército persa? Precisamente el enfrentamiento entre las polis griegas no se cumplió esta vez, pues Atenas y Esparta superaron sus diferencias y se unieron en pro de la salvación de Grecia en un compromiso que asumieron en la reunión que se celebró en el templo de Poseidón, en el istmo de Corinto.

En 480 a.C., Jerjes, que sucedió a su padre Darío I muerto en 486 a. C., condujo personalmente a su ejército contra Atenas y los griegos. Según Heródoto los persas atravesaron el Helesponto ( el estrecho de los Dardanelos actual) con alrededor de 2.000.000 de soldados y una flota de 1.200 trirremes y 3.000 pentecónteros, cuyas tripulaciones en total sumaban 500.000 hombres. ( Son cifras exageradas por Heródoto).

La primera línea defensiva se estableció en el paso de las Termópilas, bajo el mando de uno de los dos reyes espartanos, Leónidas, con su guardia personal de 300 hoplitas fuertemente armados y un ejército griego de unos 7.000 hombres. La tenaz resistencia de este puñado de hombres y su sacrificio personal permitió a los griegos reorganizar sus fuerzas y derrotar a los persas en la batalla de Salamina el 29 de septiembre del 480 a.C.

BATALLA DE LAS TERMÓPILAS

DATOS

Fecha 11 de agosto de 480 a. C.

Lugar Paso de las Termóplias

Resultado victoria persa

Beligerantes

Polis griegas

Imperio persa

Comandantes

Leonidas I, rey de Esparta

Jerjes I, emperador de Persia

Combatientes

300 espartanos

700 tespios

6000 soldados griegos

(al tercer día se retiran todos menos 1.000)

Entre 15.000 y 40.000

(Heródoto calcula una cifra de 5.283.220 hombres. (Sin duda exagerada)

Bajas

300 espartanos

700 tespios

el rey Leónidas y entre 500 y 1.000 de los aliados griegos)

~ 20.000

En el lugar donde cayeron los ultimos espartanos hay una pequeña lápida en la que se puede leer:” Caminante vete a Esparta y dí a los espartanos que aquí yacemos por obedecer sus leyes”




Temístocles, el impulsor del plan naval ateniense, envió un esclavo a Jerjes, diciendo que su flota ateniense estaba dispuesta a volverse contra el resto de los griegos y que los persas solo tenían que atacar para asegurarse la victoria. Jerjes, engañado, atacó con su flota de unos 350 barcos. Cuando los persas avanzaron, los griegos retrocedieron hacia la bahía, una maniobra táctica concebida para atraer a los persas. Entonces los griegos emprendieron una lucha cuerpo a cuerpo, ante la inmovilidad de los barcos persas. La batalla fue un gran éxito de los griegos, que sólo perdieron 40 barcos, por 200 de los persas. Esta victoria de Salamina fue posible gracias a la astuta táctica de Temístocles y a la impresionante lucha de la flota griega.

BATALLA DE SALAMINA

DATOS

Fecha 23 de septiembre 480 a.C.

Lugar Isla griega de Salamina

Resultado victoria griega

Beligerantes

Polis griegas

Imperio persa

Comandantes

Temístocles, almirante Atenas

Plistarco, rey de Esparta

Euribíades, almirante aliados

Jerjes I , emperador persa

Mardonio, general

Ariabigne, almirante

Combatientes

180 navíos atenienses

360 navíos polis aliadas

150.000 hombres

1.207 naves imperiales

3.000 navíos añiados de Persia

Fuente: Heródoto

Jerjes decidió volver a Persia, dejando al general Mardonio, su cuñado, al frente de un todavía poderoso ejército en Grecia. Un año más tarde, en 479 a. C., los generales Pausanias (espartano) y Arístides (ateniense) derrotaron a Mardonio en la batalla de Platea. Ese mismo año, de nuevo, los griegos vencen a los persas en la batalla de Micala produciéndose así, la liberación de Jonia.

BATALLA DE PLATEA

DATOS

Fecha 27 de AGOSTO 479 a.C.

Lugar Platea

Resultado victoria griega

Beligerantes

Polis griegas

Imperio persa

Comandantes

Pausanias

Mardonio, general

Combatientes

110.000 de los que 38.700 eran hoplitaas

300.000

Bajas

+ 10.000

43.000 supervivientes

Fuente: Heródoto y Éforo

BATALLA DE MICALA

DATOS

Fecha 27 de agosto 479 a.C.

Lugar Mícala

Resultado victoria griega

Beligerantes

Polis griegas

Imperio persa

Comandantes

Leotíquidas II, rey de Esparta

Arataintes, general persa

Combatientes

~ 40.000

~ 60.000

Bajas


~ 40.000

Fuente: Heródoto

Las guerras médicas, que cambiaron el rumbo de la historia, habían acabado.




Documentación:

  • Revista Historia nº 61 ( National Geographic)
  • Enciclopèdia Encarta 2009
  • Wikipedia, la enciclopedia libre.



05 octubre 2006

CALIFATO DE CÓRDOBA


El ÚLTIMO CALIFA OMEYA: Cumbre y ruina del Califato de Córdoba.



Hixam III, bisnieto de Abderramán III, fue el último califa cordobés. Había nacido en 975, y fue proclamado califa en 1027 por los cordobeses cuando se encontraba en Alpuente refugiado desde la muerte de su hermano. Ha pasado a la historia con el título califal de al-Mutadd ib-Allah (“el Considerado por Dios”), e hizo su entrada en la capital cordobesa en diciembre de 1029, con un cortejo más bien pobre que causó muy mala impresión entre la gente importante de la ciudad. Si añadimos que sus primeros actos de gobierno no fueron acertados todo ello provocó un descontento general en aquella Córdoba, que ponía ya en evidencia la ruina del califato.
Designó como gran visir a un ambicioso tejedor (Hakam ibn Said), que pronto acapara el poder, generando la protesta general sobre todo de los alfaquíes.
Se produjo un alzamiento popular encabezado por otro príncipe omeya, Umayya, tataranieto de Abderramán III. Los alzados asesinan al gran visir (Hakam ibn Said), mientras los visires y notables controlan rápidamente la situación, deponiendo al califa Hixam III el 30 de noviembre de 1031. La dinastía había llegado a su fin. Hixam III se refugió en Lérida, perteneciente a la taifa de Zaragoza, donde murió en 1036.

Pero la historia de Califato había empezado un siglo antes, cuando Abderramán III se proclamó califa en 929, compitiendo así con los califas fatimíes. Abderramán III fue el mejor califa, un hombre de enorme pujanza y que consolidó el califato. Le sucede su hijo al-Hakam II, califa que siguió los pasos de su padre en la buena administración del califato, además de ser un hombre de ciencia: su biblioteca de Córdoba era famosa en oriente y occidente.

Durante la minoría de edad del califa Hixam II, se hace cargo del poder su valido el famoso Almanzor, que tantos estragos hiciera entre los reinos cristianos del norte peninsular. Murió, Almanzor, en 1002, a consecuencia de las heridas sufridas en la batalla de Calatañazor. Le suceden sus dos hijos que siguieron ostentando el poder, manteniendo en la sombra al califa, pero que no supieron paliar la situación grave que se avecinaba. El segundo de los hijos de Almanzor, Sanchuelo, intentó arrancar al califa su designación como heredero al Califato, hecho que agravó la reacción de los legitimistas omeyas, produciéndose un golpe de estado en el que Sanchuelo fue asesinado, destronado Hixam II y proclamado otro omeya, Al-Madhi, como califa en 1009. Supuso el principio de la agonía dinástica y de la ruptura territorial de al-Andalus.

Se produce una guerra civil que sacude a todo el país y en esta situación de descontrol el territorio se desgaja en más de una treintena de taifas, controladas por clanes o familias. La anarquía era la tónica dominante y las luchas entre las distintas taifas permanentes durante el s. XI, hasta que los almorávides emprendieron la reunificación. Las taifas también contrataron mercenarios cristianos para mantener la defensa de su territorio.
Los omeyas alcanzaron la cima del califato a comienzos del s. X, cuando Abderramán III se proclamó Califa en el 929. El califato apenas duró 100 años, y durante ese tiempo alternaron tiempos espléndidos, de riqueza, de lujo, de refinamiento, de cultura, con otros de decadencia, de malos gobiernos, de envidias, de guerras civiles que anunciaban, ya, el fin del califato.

CALIFAS OMEYAS DE AL-ANDALUS

Abderramán III ( 929/961)
Al-Hakam II (961/976)
Hixam II (976/1009; 1010/1013)
Al-Madhi (1009/1010;1013)
Sulayman (1009/1013; 1016)
Abdarramán IV (1018)
Abdarramán V (1023/1024)
Al-Mustakfi (1024/1025)
Hixam III (1029/1031)

http://www.youtube.com/watch?v=5HqXdTxnEnM

31 agosto 2006

AVE CAESAR, MORITURI TE SALUTANT: La muerte como espectáculo




La lucha entre gladiadores, (munera gladiatoria) y las carreras de carros ( ludi circenses) despertaban en Roma una pasión fuera de toda duda. Los romanos gozaban de los beneficios que reportaba ser los dueños del mundo, y el Estado favorecía a esa masa desocupada y parasitaria que eran los habitantes de Roma, para evitarse riesgos de sublevación, con los juegos circenses. Juvenal lo expresa muy certeramente con esta frase “panen et circenses”, indicando, de esta manera, las dos preocupaciones fundamentales del pueblo de Roma: la comida y la diversión.
El régimen imperial multiplicó estos espectáculos como medio de control y manipulación de las masas, que de otra forma, podrían convertirse en una amenaza para el poder establecido. Además los juegos servían para establecer lazos afectivos entre el emperador y las masas, lo que evitaba el aislamiento y aumentaba la popularidad de los emperadores.

Parece ser que el origen de estos combates habría que buscarlo entre los etruscos, quienes como parte de las ceremonias fúnebres solían hacerlos para honra del difunto. Dice Festo: “había costumbre de sacrificar prisioneros sobre la tumba de los valerosos guerreros; cuando se hizo patente la crueldad de esta costumbre, se decidió sustituirlo por combates de gladiadores ante la tumba”.

Tenemos noticia de que en el año 264 a.C. en las honras fúnebres de Junio Bruto, tres parejas de esclavos lucharon en el mercado de bueyes (Forum boarium) para homenajear al difunto. Un rito sagrado en el que la sangre revestía un significado mágico en el combate a muerte.
La lucha de gladiadores nunca fue entendida como juego (Ludus), sino como una obligación (munus) o regalo para con los muertos. Al paso del tiempo pierde su significado de rito y se seculariza, ayudado por la tardía república que ante la obsesiva búsqueda del voto ciudadano, se lanza a programar los combates de gladiadores en un formidable instrumento de atracción de las masas. Julio César ofreció un “munus” donde lucharon trescientas parejas. No es de extrañar, pues, que el Estado quisiera monopolizar los combates.

Sería Octavio César Augusto, primer emperador del Imperio, quien se apresuró a confiscar un medio de propaganda tan eficaz. Reguló la lucha de gladiadores dos veces al año, que había de ser organizada por pretores y cuestores. A partir de aquí todos los combates de gladiadores eran ofrecidos al pueblo por el emperador, convirtiéndose en el espectáculo por excelencia. La gente rica organizaba combates dedicados al emperador, y también construían los edificios apropiados para su celebración: los anfiteatros. El primer anfiteatro de piedra fue construido, en Roma, en el reinado de Augusto, en el 29 a. C. Durante el gran incendio de Roma en el reinado de Nerón, en el 64 d. C. fue destruido. Vespasiano, el fundador de la dinastía Flavia, mandó construir el Coliseo, (Anfiteatro Flavio), que todavía hoy se puede contemplar. Consta de 4 plantas y tiene forma oval cuyos ejes miden 188 por 156 metros. La arena tenía unas medidas de 86 por 54 metros y a su alrededor unas gradas con capacidad para 45-000 espectadores sentados, y además un subsuelo con un sin fin de instalaciones: celdas, conducciones de agua, montacargas, etc. La gente entraba y salía a través de unos pasillos en rampa que desembocaban en los “vomitoria” y un gran toldo (velum), sujetado por mástiles, protegía a los espectadores del sol.
La procedencia de los gladiadores era muy variada, aunque la mayoría eran esclavos, también había prisioneros de guerra, o criminales condenados a morir en la arena (noxii ad gladium ludi damnati), o a ejercer de gladiadores durante un tiempo determinado hasta que recibían la “rudis”, una espada pequeña de madera que los libraba de seguir luchando, o incluso hombres libres (auctorati) que se alquilaban por una cantidad de dinero antes de continuar en la miseria. Sabemos también de un emperador llamado Cómodo ( Lucius Aurelius Commodus (161-192)) hijo de Marco Aurelio y de Faustina, que se exhibió como gladiador participando en mas de un millar de combates.

En un principio las escuelas de lucha estaban en manos privadas y las más antiguas hay que situarlas en Capua (una de ellas se haría famosa por la gran rebelión de gladiadores que, dirigidos por Espartaco, en los años 70 del s. I a.C., y con un ejército de más de 100.000 hombres aterrorizó Italia antes de ser derrotado por Craso. También hubo escuelas de lucha en Roma, y a ellas se dirigía quien quería organizar un combate. Pero posteriormente sería el Estado quien regentaría estas escuelas de lucha creando sus propias escuelas (ludi imperiali); la profesión de tratante de gladiadores desapareció, siendo reemplazados en esta labor por los funcionarios de orden ecuestre (procuradores a muneribus). La mayor escuela de Roma fue el “Ludus Magnus”, y otras importantes existieron en Capua, Ravena y Pompeya.

El espectáculo de la lucha se anunciaba con exquisita propaganda pública indicando, día y lugar del acontecimiento, así como el patrocinador (editor) y el número de parejas que intervendrían en el mismo. Empezaba la ceremonia la víspera del día indicado con un desfile de los gladiadores, que habrían de intervenir, hasta llegar a la arena, vestidos elegantemente de púrpura y oro y acompañados por esclavos que portaban sus armas. La noche anterior se ofrecía a los gladiadores un banquete al que podía asistir la gente (cena libera).
Llegado el día del espectáculo el público, desde primeras horas de la mañana, se apresuraba a llenar los asientos que rodeaban la arena. Y para llenar el día solía haber toda una serie de espectáculos como el de fieras (venationes) ya sea como exhibición de las mismas o bien como lucha de hombres y fieras que no eran otra cosa que la condena de gente miserable (damnatio ad bestias). También, hacia el mediodía, actuaban los llamados gladiatori meridiani, criminales condenados a morir en el anfiteatro y donde no había vencedor ya que el superviviente era también ajusticiado.

Por la tarde empezaban los combates entre los gladiadores. Previamente el editor había comprobado que las armas estaban bien afiladas (probatio armorum). El primer combate solía comenzar con el sonido de la tuba a la que acompañaban también otros instrumentos como cuernos, trompetas, pífanos y flautas.

Entre los “gladiatori” había distintas categorías: el galo o mirmidon provisto de escudo largo rectangular y espada corta; el secutor (perseguidor) con casco de visera, espada corta y escudo grande rectangular; el hoplómaco con gran escudo, coraza pectoral, casco con visera, cimera y correas de cuero en rodillas y tobillo derechos; el tracio con escudo pequeño (parma) y una espada pequeña curvada (sica); el retiario, cubierto con un taparrabos, estaba provisto de una red, un tridente y un puñal. No solían enfrentarse casi nunca dos gladiadores de la misma especialidad; era costumbre que el tracio se enfrentara al hoplómaco y el secutor luchara con el retiario, los galos podían luchar entre ellos.

Hecho el saludo ritual a la tribuna (Ave Caesar, morituri te salutant!) y tras oír el sonido de los instrumentos musicales empezaba la lucha. El público bramaba extasiado. Se solían hacer apuestas (sponsiones) y si los contrincantes no se aplicaban con dureza cerca de ellos estaban los fustigadores que los castigaban con azotes o hierros candentes para excitar el ardor combativo.

Cuando un luchador caía vencido el público, enardecido, exclamaba: “Habet, hoc habet!” (Lo tiene! Lo tiene!). El vencido, si podía hacerlo, levantaba los dedos de su mano izquierda pidiendo clemencia. Al vencedor le correspondía la suerte del vencido, pero estando el emperador delante, se le concedía el derecho de la decisión. El público, si el vencido había luchado de forma valerosa, levantaba el pulgar al tiempo que pedía: “Mitte!” (Suéltalo!). El emperador levantaba el pulgar y el vencido podía abandonar vivo el recinto. Si por el contrario deseaban su muerte, el emperador con su pulgar hacia abajo (pollice verso), ordenaba su ejecución que se cumplía con una escalofriante dignidad.

Los gladiadores eran vistos por la sociedad con un doble rasero; de una parte eran considerados como infames, marginados, sin honor personal; pero también tenían sus admiradores que se entusiasmaban con sus victorias. Por cada victoria recibían, además de importantes recompensas en metálico, una palma.

Estas luchas a muerte pocas y escasas veces tuvieron voces en contra, solamente tímidas condenas por parte de Cicerón o Séneca, que, sin embargo, quedaron ahogadas por el entusiasmo colectivo ante manifiesta agresividad representada por el dolor y la sangre.

Constantino en el año 326 prohibió las condenas ad bestias, y no sería hasta el 404 cuando el Emperador Honorio prohibiría, definitivamente, los combates de gladiadores.

03 agosto 2006

GRANADA: EL SUSPIRO DEL MORO



EL SUSPIRO DEL MORO: Ocaso y fin del reino nazarí de Granada.

La dinastía nazarí, el último sultanato o emirato andalusí, impuso su legitimidad, por espacio de 260 años, sobre un territorio concreto, recortado ya por los avances cristianos, aislado del Magreb, donde estuvo incluido en el imperio de los Almohades. La dinastía supo mantener una sorprendente supervivencia que se explica por el equilibrio político, diplomático y económico; y además se explica esa supervivencia en el juego de fuerzas existentes en la península Ibérica entre todos los reinos cristianos por un lado y por el otro Granada, que aprovecha los resquicios de las relaciones con todos y cada uno de ellos. La unión de Castilla y Aragón, con el matrimonio de Isabel y Fernando, en 1469, supondría el comienzo de la caída del reino nazarí.

No obstante hacia la mitad del s. XV Granada venía perdiendo protagonismo comercial, a favor de los reinos cristianos, cuyos mercaderes operaban ya en el territorio granadino controlando las exportaciones y las importaciones, estableciendo monopolios y compitiendo con las producciones granadinas de la cerámica de lujo y de tejidos, a base de copiar las técnicas en territorio cristiano.
La pérdida de legitimidad de los gobernantes nazaríes, enfrentados en continuas luchas fratricidas por el trono, hacen del último siglo de poder musulmán en España un episodio de sangrienta descomposición, al que los reyes castellanos asistían complacidos mientras estrechaban, poco a poco, el cerco a Granada. Los problemas fronterizos, la participación de familias influyentes e intrigantes en los asuntos de gobierno y la alteración de la vida económica son factores a tener en cuenta en esta desintegración paulatina del reino nazarí. La muerte de Muhammad VII, en 1391, marca el principio del fin y la conquista del último reducto musulmán en España se convirtió en pura obsesión de conquista de la política de los reyes castellanos.
Empezaba a ser habitual, a partir de esta época, que los reyes granadinos durasen poco en el trono: así Yussuf II sucede a su padre Muhammad a la muerte de éste en 1391, pero en 1392 es sustituido por su hermano mayor Yussuf III que reina hasta 1417. Le sucede su primogénito Muhammad VIII el Chico (con tan sólo 8 años), siendo su regente Ali al-Amín, entrando a formar parte de la intriga la familia de los Abencerrajes que colaboraron decididamente en la ruina del emirato nazarí. Los abencerrajes pusieron en el trono a Muhammad IX conocido como el Zurdo, que es sustituido por Yussuf IV en 1432. Y así una lista interminable de 22 emires hasta llegar a Boabdil (Abu Abd Alá Muhammad XII)

La conquista del reino comienza en los inicios del s. XV, así en 1410 durante la minoría de Juan II, su regente, Fernando, conquista la plaza de Antequera. Juan II y el condestable Álvaro de Luna en 1431 intensificaron la ofensiva castellana que entró en la vega granadina por Alcalá la Real, esta batalla de “Higueruela” o de la “Sierra de Elvira” tuvo poca importancia estratégica, pero si una gran resonancia en los romances de la época:

“¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería!
¿Qué castillos son aquellos? ¡Altos son y relucían!
El Alhambra era, señor, y la otra la Mezquita:
Los otros los Alijares, labrados a maravilla.
El moro que los labraba, cien doblas ganaba al día.
Otra era Granada, Granada la ennoblecida,
De los muchos caballeros y de la gran ballestería”

Gibraltar y Archidona caerán en poder de Castilla en 1462. En1482 comienza el principio del fin y los castellanos iniciaron el definitivo asalto conquistando Alhama. La conspiración de los Abencerrajes ( los Banu Sarrach) consiguió deponer a Muley Hacén y proclamar a su hijo Boabdil como rey de Granada, sucedía esto en julio de 1482, favoreciendo así los intereses de los Reyes Católicos: Ronda cae en mayo de 1485 y Loja un año más tarde. Málaga en 1487, Baza en el 1489. Boabdil, hijo de Muley Hacén (Abu_I-Hasan Ali) vasallo ya de los reyes cristianos, no reacciona. El Zagal (Abu Abd Allah Muhammad), tío de Boabdil, impotente ante el avance cristiano, entrega Almería y Guadix en 1489.

En agosto de 1491 se establecen negociaciones entre los Reyes Católicos y Boabdil ( Abu Abd Allah Muhammad XII) en las que se contemplaba la capitulación de Granada, efectiva en enero de 1492. A cambio Bodadil se retiraba a su exilio de las Alpujarras; los granadinos pudieron conservar, como mudéjares, vidas, casas, haciendas y su fe. Pero no por mucho tiempo; nueve años más tarde, es decir en 1501, se decreta su conversión o su exilio, pasando a la condición de moriscos. Acaba, así, la historia política del reino nazarí y de El Andalus.

Los granadinos prometieron entregar la ciudad en marzo de 1492, aunque los castellanos exigieron con firmeza la rendición inmediata desde diciembre de 1491. En la madrugada de 1 al 2 de enero de 1492, el comendador de León, don Gutierre de Cárdenas, con sus oficiales, entra, sin ser visto, en Granada. Boabdil hacía el acto simbólico de entrega de llaves de la ciudad a don Gutierre en la torre de Comares, primer punto donde ondeó la bandera castellana en la Alhambra.
Las tropas castellanas, al mando del conde de Tendilla, entran en la ciudad e izan el pendón de Castilla en la Torre de la Vela. Boabdil abandona la ciudad rindiendo homenaje a los Reyes Católicos a las puertas de la ciudad, antes de salir a su exilio de las Alpujarras. Cuenta la famosa leyenda que, ante las lágrimas vertidas por Boabdil al abandonar Granada, su madre, Fátima, le dijo airada: “Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”.
En 1493 murió su favorita Moraima y el sultán decidió abandonar España y en octubre de ese año embarcó en Adra para dirigirse a Fez (Marruecos). Murió Boabdil, el último rey de Granada, en 1528.


Breve historia del reino nazarí de Granada
El reino de Granada y la dinastía nazarí tiene su origen en la figura de Mohadmed ben Yusuf ben Nasri, llamado Al- Hamar el Rojo (الحمر), pues tenía la barba roja, de origen árabe, que se proclamó Sultán en 1232. Mohamed ibn Yusuf ibn Nasrí fue reconocido como Sultán por las oligarquías de Guadix, Baza, Jaén, Málaga y Almería. En 1234 se declaró vasallo de Córdoba, pero en 1236 Fernando III conquistó Córdoba y Mohamed ibn Yusuf ibn Nasrí se hizo con el poder en Granada. El reino sobreviviría precariamente, aunque perdiendo territorios, hasta 1492. La monarquía se mantuvo gracias a las concesiones a los cristianos, a la necesidad de estos de consolidar sus conquistas, y a los pactos con los benimerines del Magreb; ya que apelarán a la solidaridad islámica.
Mohamed I obtuvo su legitimidad al crear en su reino una estructura administrativa sensiblemente igual a la de los Omeyas en Córdoba. Además, tenía una situación geográfica favorable, tanto para la defensa como para establecer relaciones con los cristianos y los árabes del Magreb. Sin embargo, el reino estará siempre superpoblado, lo que traerá, por un lado problemas y por otro una economía suficientemente diversificada.
La difícil situación de Granada se mantuvo gracias a la habilidad política de sus reyes, desde Mohamed I (1237-1273) hasta Boabdil (1482-1483 y 1486-1492). Los reinados más esplendorosos fueron los de Yusuf I (1333-1354) y Mohamed V (1345-1359). En los que la cultura alcanzaría sus cotas más altas. A partir de estos reyes las luchas dinásticas serían la tónica general del reino. Las disputas hereditarias hacían que la permanencia del reino de Granada dependiera de la voluntad de los reyes de Castilla, y las relaciones de equilibrio con los reyes de Aragón. Granada fue perdiendo territorio paulatinamente. Cuando en 1479 se unan definitivamente las coronas de Castilla y Aragón, y el ideal humanista de la república cristiana y de la recuperación de España se imponga en la península, los días del reino de Granada estarán contados. La conquista de Granada, con Fernando e Isabel al frente, comenzó en 1482 y no terminó hasta 1492 debido a las difíciles condiciones geográficas. Fue el fin de la presencia musulmana en la península.
Desde sus comienzos fue un reino amigo de los reyes castellanos, pero pasados los años tuvo que hacerse tributario para mantener su independencia. El último rey de esta dinastía fue Boabdil (Abu Abd Alá), derrotado en 1492por los Reyes Católicos. A partir de ese momento pasó a tomar parte de la Corona de Castilla.
Límites territoriales
El Reino de Granada comprendía parte de la provincia actual de Jaén, parte de la provincia actual de Sevilla, las provincias actuales de Córdoba, Cádiz, Almería, Málaga y Granada, pero fue reduciéndose de modo que en el siglo XV abarcaba aproximadamente las provincias actuales de Granada, Almería y Málaga. La ciudad de Granada se convirtió en una de las más prósperas de Europa contando con 50.000 habitantes. En el Albaicín vivían los artesanos y el resto de la población ocupó la parte llana hacia el sur, con grandes industrias, aduanas y la madrasa, المدرسة (escuela coránica).
Tras el fin de la conquista castellana el 2 de Enero de 1492, el Reino de Granada pasa a formar parte de la Corona de Castilla. Su símbolo —la granada— se incorporará al escudo de la Monarquía Española, y continúa en la actualidad.
Sultanes de Granada
  • Mohamed I (1237-1273)
  • Mohamed II (1273-1302)
  • Mohamed III (1302-1309)
  • Nasrí (1309-1314)
  • Ismail I (1314-1325)
  • Mohamed IV (1325-1333)
  • Yusuf I (1333-1354)
  • Mohamed V (1354-1359 y 1362-1391)
  • Ismail II (1359-1360)
  • Mohamed VI (1360-1362)
  • Yusuf II (1391-1392)
  • Mohamed VII (1392-1408)
  • Yusuf III (1408-1417)
  • Mohamed VIII (1417-1419 y 1427-1429)
  • Mohamed IX (1419-1427, 1429-1431, 1432-1445 y 1447-1453)
  • Yusuf IV (1431-1432)
  • Mohamed X(1445 y 1446-1447)
  • Yusuf V(1445-1446 y 1462)
  • Mohamed XI (1453-1454)
  • Sad (1454-1462 y 1462-1464)
  • Abú al-Hasa"Muley Hacén" (1464-1482 y 1483-1485)
  • Abú ab Allá "Boabdil" (1482-1483 y 1486-1492)

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http://www.youtube.com/watch?v=WGrzKHUyoOk________

10 julio 2006

ARCIMBOLDO: EL ARTISTA DE LOS BODEGONES HUMANOS




Pintor manierista italiano, cuyas grotescas composiciones alegóricas (grutescos) parecen anunciar el arte surrealista del siglo XX. Comenzó realizando diseños para ser reproducidos en tapices y vidrieras y utilizados en la catedral de Milán. En 1562 se trasladó a vivir a Praga y después a Viena, donde trabajó como pintor en la corte de los Habsburgo.

Arcimboldo inventó un estilo de retrato en el que los rostros estaban compuestos por agrupaciones de animales, flores, frutas y toda clase de objetos. Algunos son retratos satíricos de personajes de la corte y otros son retratos alegóricos, destacando La primavera (1563) y El verano (1573). Sus obras fueron consideradas piezas curiosas populares y no adquirieron su justo valor artístico hasta que los surrealistas redescubrieron el juego visual. Sus obras fueron también fuente de inspiración de Salvador Dalí.

Seguramente no figurará en ninguna lista de los grandes maestros de la pintura, a no ser que se tratara de artistas extravagantes y creativos. Giuseppe ArcimboldO, nacido en Milán (1527) fue el creador de un género hasta entonces desconocido, el bodegón antropomórfico: retratos construidos mediante la acumulación de objetos relacionados con el motivo que se plasma.

Fernando de Baviera le encargó en 1551 pintar una serie de escudos, y más tarde, cuando fue coronado emperador como Fernando I lo reclamó a Viena y lo nombró Hof-Conterfetter (Retratista de la Corte). No solamente hizo retratos, también diseñó la pompa para las fiestas, torneos, juegos, nupcias y coronaciones. Su imaginación no tenía límites y según parece el emperador le recompensó “con una paga honorable y le demostró de muchas maneras el afecto que sentía por él”.

Sus primeros bodegones antropomórficos fueron una serie de las cuatro estaciones. Pudo haberse inspirado en las grotescas creaciones del Bosco o de Brueghel. Otros opinan que no dejan de ser un juego, o simples bromas. Algunos piensan que el significado de estos cuadros, dada la gran erudición del artista, son plasmaciones de las teorías de Aristóteles: un microcosmos de objetos configurando un macrocosmos. Estas obras, por otra parte, son las que se conservan del artista, pues su producción convencional para la corte imperial ha desaparecido.

Con la llegada al trono de Maximiliano II las atribuciones de Arcimboldi se incrementaros ya que aconsejaba al soberano en materia de arquitectura e ingeniería hidráulica. En pintor siguió explotando el camino empezado con las cuatro estaciones e hizo lo propio con los cuatro elementos: El aire es un busto confeccionado de aves; el fuego con velas, lámparas o piezas de cañón; el agua con peces; y la tierra con mamíferos. Por los documentos de la corte sabemos las cantidades extraordinarias que percibía de la misma, aunque poco se sabe de su vida privada. Un dato revelador, tuvo un hijo, Benedicto, sin estar casado y que el propio Maximiliano II legitimó.

Aún tendría ocasión de trabajar para su tercer patrón imperial, Rodolfo II, aquejado de melancolías y que hoy sería diagnosticado, sin duda, como depresivo. Entre los dos se desarrolló una simbiosis singular, ya que encajaban perfectamente el universo fantástico del pintor y la obsesión del emperador por todo lo raro y enigmático.

Los poderosos del renacimiento disponían en sus palacios de un espacio dedicado a atesorar los objetos más raros relacionados con el arte o la ciencia, y uno de los cometidos de Arcimboldo era obtener esos objetos que Rodolfo II pretendía atesorar.

Cercano ya a la edad de sesenta años el artista añora su tierra pues quería morir en Milán, pero el emperador le denegaba el permiso una y otra vez. Por fin en 1587 el pintor pudo regresar a su patria con la promesa de que continuara pintando para el soberano. Murió en 1593.

07 julio 2006

LAS RECETAS CULINARIAS MÁS ANTIGUAS DE LA HISTORIA


Las recetas culinarias más antiguas de Occidente se deben a Apicio, que las recoge en su famosa obra “De re coquinaria”. Este célebre “gourmet”, que vivió a principios del s. I de nuestra era, fue el pionero en la exploración de salsas i guisos. Su obra constaba de más de 120 recetas, que serían recopiladas tres siglos más tarde.

En “El banquete de los eruditos”, de Ateneo Nucratis (s. II d.C.), se cita a un tal Mitheco como autor de un famoso libro de cocina que le valió el título de “Fidias de la cocina”.

Tampoco sabemos mucho de los pueblos mediterráneos (egipcios, fenicios, judíos, etc.); sabemos las materias básicas que constituían su alimentación, pero prácticamente nada de su cocina, o sea, de las prácticas de cómo elaboraban, aliñaban y presentaban sus menús.

Otro tanto pasaba con el mundo mesopotámico hasta que se encontraron, hace unos pocos años, unas tablillas de barro cocido. Procedían de Babilonia, y estaban dentro de unos cajones donde estaba depositada la riquísima Colección de babilonia, y que posee en estos momentos la Universidad de Yale (USA).

Estas tablillas tienen una antigüedad de más de 3.500 años, escritas en lengua acadia, con caracteres cuneiformes, y que han sido traducidas por Jean Bottéro en la obra titulada “La plus vieille cuisine du mon” ( Ed. Louis Audibert, París). En total se trata de unas 35 recetas, repartidas en las tablillas A, B y C.

En la tablilla A aparecen 25 recetas: 21 de carne y 4 de verduras, todas ellas precedidas de un título. Así pues se puede leer: “Caldo de Buey”, “Caldo rojo”, “Caldo de ciervo”, “Caldo de gacela”, “Caldo de cabrito”, “Caldo de cordero”, “Caldo de rata” (sic ¡¡¡), “Caldo de francolines” “ Caldo elamita”…Por lo que hace referencia a las verduras las hay con carne y sin ella: “ Caldo de remolacha con pierna de cordero”, “Caldo de nabos sin carne”. Y todo ello aliñado con grasa, sal, puerros, ajo, comino, coriandro, menta, cuscuta, piñas de ciprés y muchas especies de difícil interpretación. También se detalla la manera de cocinar los alimentos, auque no se indican los tiempos de cocción.

A modo de ejemplo, traemos aquí la descripción de una receta de kipú (una especie de pájaro).

“Si quieres preparar un caldo de kipú, abre los pájaros para vaciarlos i limpiarlos; los lavas en agua fría. Después los pones en un caldero metálico. Á continuación de haberlos retirado del fuego los lavas con agua fría, los remojas en vinagre i picas menta y sal para untarlos completamente con la mezcla. Después coges el caldero, pones dentro agua, menta y las piezas preparadas. Cuando lo hayas retirado del fuego, lavas la carne con agua fría. Acto seguido lo pones todo junto en una marmita de barro. Ya esta listo para servir.”